El desarrollo de los países de América Latina es deficiente, su crecimiento es inestable, ningún país de esta región ha logrado que la tasa de crecimiento del ingreso per cápita sea semejante al crecimiento de los países desarrollados o del sudeste asiático.
Se puede ver a Latinoamérica dividida en tres grupos de renta, alta, media y baja; dentro de los países de renta alta se encuentran Trinidad y Tobago, Barbados y Venezuela, en los países de renta media se incluyen Brasil, Costa Rica, Belice, Colombia y Panamá y en los de renta baja se pueden incluir Haití, Guayana, Honduras y Nicaragua. Aún en la actualidad se pueden observar cifras tan dispares como que Trinidad y Tobago tenga un PIB Per Cápita de $ 13.958 y que Haití solo alcance una cifra de 1300.
Los resultados económicos están mal distribuidos, ya que la cuarta parte del ingreso nacional es percibida por sólo el 5% y de la población y un 40% por el 10% más rico.
Esta situación genera sobre la población la idea de que sus niveles de vida han descendido (Respecto al que tenían sus padres), que la situación económica es mala e inestable.
Aunque en general los países de Latinoamérica presentan crecimientos económicos favorables, no se ha podido llegar a las cifras de países desarrollados (bien sea por inestabilidad política o volatilidad de sus economías). Sin embargo en lo referente a los indicadores de desarrollo humano (IDH), se observa una disminución en las últimas décadas de la brecha entre los países desarrollados y América Latina (0,76 para América Latina y 0,92 para los países desarrollados) lo que equipara a la región con las cifras de los países del sudeste asiático y Europa del Este.
La esperanza de vida pasó de 55 años en promedio en los años 50 a aproximadamente 71 años en los noventa, se ve que los indicadores básicos de salud se ajustan a los patrones mundiales, aunque se observa que el crecimiento de este indicador guarda gran relación con el PIB per cápita.
Los indicadores de educación de América Latina revelan un ritmo de progreso mucho más lento que el de otras regiones del mundo, además de serias deficiencias de calidad. La tasa de alfabetismo en mayores de 15 años paso de 72% a 87% entre las décadas de 1960 y los años 90 y la tasa de de escolaridad primaria son cercanas al 100%, sin mayores diferencias respecto a los países desarrollados, el sudeste asiático o Europa del este, confirmando que no se trata de un problema de acceso inicial a la educación.
En cuanto al desarrollo social, América Latina ha destacado por el desarrollo en materia de libertades civiles y respeto efectivo de los derechos democráticos, aunque destaca por su incremento en los índices de violencia y criminalidad.
De forma generalizada se puede ver grandes diferencias entre el desarrollo de los países de América latina, vinculadas mayoritariamente a los índices económicos, pero se ven grandes avances en los referente a salud, educación y consolidación de derechos civiles y democráticas, campos en los que se disminuye notoriamente la brecha existente con los países desarrollados.
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