El termino industria cultural es un concepto desarrollado por Theodor Adorno y Max Horkheimer para referirse a la capacidad de la economía capitalista, una vez desarrollados ciertos medios técnicos, para producir bienes culturales en forma masiva. En una definición más amplia, es el sector de la economía que se desarrolla en torno a bienes culturales tales como el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la gastronomía, el turismo o la artesanía entre otros.
Hoy en día nos encontramos constantemente las palabras “globalización” y “nuevas tecnologías”. Son como palabras mágicas que parecen reflejar la realidad de nuestro tiempo y que inmediatamente asociamos con ideas como rapidez, cambios, comercio electrónico, comunicaciones en tiempo real, viajes y dinamismo.
La actividad del artesano se caracteriza económica y técnicamente por la individualidad del trabajo, con identidad propia, a la hora de producir el bien o servicio, frente al carácter seriado de las producciones industriales.
Ahora bien, frente a toda consideración puramente economista a la hora de analizar y regular la actividad artesanal, habría que fijarse no tanto en, como sucede en las economías de mercado en la obtención de beneficio, sino que habría que buscar que la empresa artesana se modernice, se adapte a las nuevas tecnologías sin perder la autenticidad y los valores que estos trabajos aportan.
La artesanía con todo su acervo cultural y técnica, es parte también de otras actividades económicas modernas, configurando lo que se ha llamado la “nueva artesanía”, es decir, la artesanía como industria cultural.
La actividad económica artesana no es importante solo por sí misma, sino por la conexión que tiene con otras actividades y sectores económicos. Incluir el sector artesano dentro de las industrias culturales, denota la importancia económica que puede tener su desarrollo para una región.
La artesanía, como parte de las industrias culturales, se ha convertido en un factor importante a considerar en las economías modernas; ya que no solo contribuyen con el crecimiento económico de los países, generando empleo e ingresos para miles de familias, sino que también ayuda a transmitir y mantener las raíces culturales e identidad de las naciones.
La UNESCO sostiene que existe una industria cultural cuando los bienes y servicios se producen, reproducen, conservan y difunden según criterios industriales y comerciales, es decir se producen en serie y aplicando estrategias de tipo económico.
Otros autores como Zallo en su libro “Economía de la comunicación y la cultura”(1988) se refieren a las industrias culturales como el conjunto de ramas industriales productoras y distribuidoras de mercancías con contenido simbólico, concebidas gracias a un trabajo donde interviene la creatividad e imaginación, organizadas por un capital que se valoriza y destinadas a un mercado de consumo, con fines de producción ideológica y social.
En el ámbito de la producción artesanal como parte de las industrias culturales, algunos países industrializados otorgan mucha importancia a las artesanías, un ejemplo de ello se encuentra en Italia. Se estima que para el año 2001 el 24% de sus empresas eran artesanales, además que la exportación de las artesanías representaba el 17% del PIB. En Colombia la producción de objetos artesanales produjo para el mismo año unos 400 millones de dólares, además de que las exportaciones de estos objetos ascendieron a 40 millones de dólares. Para la misma época, se estimaba que México, contaba con 2.8 millones de artesanos de tiempo completo, además de 4 millones más de tiempo parcial, lo que hace un total de 6.8 millones de artesanos.
Sin duda el sector artesano no solo es representante de nuestra identidad cultural, sino que además se convierte en eje fundamental para economías en desarrollo.
Hablar de cifras económicas nos lleva a plantearnos la competitividad del sector artesano. De acuerdo con Porter, para crear ventaja es necesario percibir las nuevas formas de competencia, además de asumir riesgos y hacer inversiones para ponerlas en práctica. De esta manera, la ventaja competitiva se origina de la forma en que las empresas organizan y llevan a cabo actividades discretas. Por lo que las empresas crean valor para sus compradores por medio de la realización de estas actividades.
La ventaja competitiva a la que Porter hace referencia, puede verse reflejada en tres aspectos fundamentales, el liderazgo en costos, la diferenciación y el enfoque. El liderazgo en costos se centra en los bajos costos y bajos precios para atraer más clientes, los artesanos pueden liderar este aspecto ya que tiene el poder de fijar precios por sus artesanías, al controlar los medios de producción. La diferenciación, se basa en el desarrollo de técnicas tradicionales, utilización de materias primas naturales y expresiones culturales que dotan a cada objeto artesanal de un diseño único. Por último el enfoque, que cubre las necesidades de un segmento particular o nicho de mercado, aspecto importante a considerar ya que el desarrollo de productos dependerá de a quien se quiera dirigir el objeto.
Como vemos la artesanía está dotada de todas las cualidades necesarias para considerarse una industria pujante. El concepto de industria cultural nos lleva a pensar en la artesanía como un bien de consumo masivo, lo que no está mal desde el punto de vista económico por el beneficio que puede tener su fomento al interior de las sociedades productoras. Sin embargo hay que prestar atención a no olvidar el componente cultural de la artesanía.
Hay que apoyar la difusión y el acceso de las artesanías al mundo, pero no por su modelo económico sino por su carácter identitario. Propongo una política alternativa en el que vender o ampliar el público consumidor no sea su único objetivo, ni siquiera un consumidor consiente del valor del producto artesanal. La industria artesana debe hacer posible la experiencia de apropiación y de invención, debe ser capaz de producir un movimiento de recreación permanente de su identidad.
En el análisis hecho a lo largo de éste artículo se ha visto como las industrias culturales han tomado un papel muy importante en la preservación de la cultura e identidad nacional, además de que el impulso de las mismas es un factor a considerar como parte del crecimiento económico de los países.
Retomando el título de este artículo “artesanía e industria cultural”, podemos ver en la artesanía una actividad que da empleo a muchas comunidades, además puede verse como una alterativa para el desarrollo comunitario.
El sector artesanal colombiano conjuga grandes problemas socioeconómicos, pero a la vez tiene un gran potencial de comercialización y exportación. Son necesarias políticas para mejorar las condiciones y mucha capacitación para la generación de estrategias empresariales para la demanda interna y el mercado externo.
En la actualidad, la industria cultural es un sector incipiente en Colombia. El desarrollo limitado de las industrias culturales en el país, no significa de modo alguno, dar la espalda a una actividad productiva, más bien debe ser un espacio para actuar oportunamente planeando su desarrollo y crecimiento.