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  • Silvana Navarro-Hoyos

Comercio justo y artesanía


En la actualidad existe una alternativa tanto para la promoción, valoración de mercado y mejora de las condiciones de vida de los artesanos, se trata del mercado solidario, justo o equitativo.

El concepto de comercio justo se aplica generalmente a las operaciones comerciales que potencian la posición económica de los pequeños productores y propietarios con el fin de garantizar que no queden marginados de la economía mundial. Apunta principalmente a los países en desarrollo, consta de dos elementos principales: El primero es garantizar que los productores, incluidos los trabajadores, tengan una participación adecuada del beneficio total; y el otro elemento es mejorar las condiciones sociales de los trabajadores en los casos en que no existen estructuras desarrolladas de servicios sociales y representación laboral.

El comercio justo apareció en Europa en 1969, a través de una tienda que se abrió en Holanda. Desde entonces esta tendencia ha ido creciendo y actualmente en toda Europa se contabilizan un total de 3.000 tiendas que pertenecen a diferentes asociaciones que potencian el comercio justo. Con todos estos puntos de venta, el comercio justo se constituye como un negocio y también según datos de la EFTA (Asociación Europea de Comercio Justo) en el año 2.000 la facturación de todas esas tiendas alcanzó los 370 millones de euros y ha dado trabajo a 500.000 artesanos y trabajadores del Sur. Al margen de las tiendas específicas los productos de comercio justo se pueden encontrar en 70.000 establecimientos de toda Europa.

En España la incidencia de tiendas dedicadas al Comercio Justo no se inicia hasta 1986 con iniciativas como Traperos de Emaús, en el País Vasco, o la Cooperativa Sandino, actualmente IDEAS, en Andalucía. Actualmente un total de 31 organizaciones abastecen a las 40 tiendas especializadas, así como a otros establecimientos como hipermercados. También el comercio justo en España ha ido incorporando adeptos y las cifras del año 2000 sitúan el volumen de facturación en más de 6 millones de euros, junto a la aportación de 1.500 voluntarios y un centenar de profesionales que se movilizan por el comercio justo y solidario.

En las tiendas dedicadas íntegramente al comercio justo y en los establecimientos que reservan un espacio a estos productos, podemos encontrar textiles de la India, Bangladesh o Kenia, artesanía india, de Nepal, de Bangladesh, Thailandia, Filipinas, Perú o Uganda, y diferentes elementos decorativos para el hogar, instrumentos musicales, juguetes tradicionales y artesanía en piel otros tantos países latinoamericanos, africanos y asiáticos.

Para el caso colombiano no existen experiencias en comercio justo artesanal, aunque se han adelantado negociaciones en el área de productos alimenticios. En países como Ecuador, Bolivia o Perú, se ha trabajado por más de 10 años en esta área y sus productos cuentan con un posicionamiento y un reconocimiento en estos mercados, los productos ofrecidos por estas organizaciones son sobretodo artesanías tradicionales, sin gran diferenciación de sus competidores en un mercado globalizado, elementos con bajo desarrollo técnico, ricos en colorido y con precios que oscilan entre 4 y 50 euros. De forma generalizada no existe promoción de una marca, sino de un producto genérico, no se utilizan canales tradicionales de publicidad, se promociona voz a voz, por internet y almacenes especializados; y utilizan aliados estratégicos para la logística y la promoción.

Como ya hemos mencionado la comercialización de productos artesanales en mercados justos en Colombia es incipiente, sin embargo se puede resaltar el trabajo de las comunidades como los tejedores Wayúu, los joyeros de Mompox, la comunidad tejedora Kankuama y Arahuacos de la Sierra Nevada, los ceramistas de La Chamba, o los talladores de carbón de la Jagua de Ibirico, entre otras, que están conformando pequeñas asociaciones o cooperativas manejando el concepto de comercio justo, desarrollando productos alternativos de carácter orgánico y artesanal; sin embargo todos estos grupos están en proceso de conformación de estas asociaciones y están comenzando a explorar el mercado de los consumidores conscientes, pero se puede decir que ninguno de ellos lo ha conquistado porque todavía se necesita trabajar en una conciencia muy fuerte entre consumidores y productores de este tipo de productos. Estos grupos se podrían convertir en aliados estratégicos para iniciar las campañas de sensibilización que generarían más participación de los consumidores en la compra de este tipo de productos es decir generarían el desarrollo de los clientes conscientes.

También hay que destacar los trabajos desarrollados por la Corporación Red de Artesanos de la Costa Atlántica que agrupa a 27 organizaciones artesanales con 1.057 familias asociadas. Es una entidad sin ánimo de lucro, que entrelaza organizaciones artesanales de la costa norte colombiana para buscar alternativas integrales y conjuntas mediante programas de capacitación, producción y promoción empresarial, tienen un amplio portafolio de productos, posicionamiento a nivel nacional y comercialización on line.

Con la misma dinámica de trabajo se encuentra la corporación red de artesanos de la Orinoquia “Corpeorinoquia”, nace jurídicamente el 6 de Octubre del 2006 con 7 asociaciones de 7 municipios en el Departamento de Casanare, organizada por artesanos productores empresarios de la Región Orinoquense.

Estas organizaciones se convierten en los primeros ejemplos colombianos que pueden llegar a tener una comercialización internacional con énfasis en comercio justo.

Se considera competencia a nivel de posicionamiento de marca de artesanías colombianas, empresas comercializadoras como Artesanías de Colombia S.A., Salvarte, Artesanías el Zipa y Galería Cano; estas empresas son netamente comercializadoras de productos tanto de artesanía indígena, tradicional y contemporánea y en ningún caso son productoras.

Tienen un posicionamiento en la mente de los consumidores en Colombia, como comercializadoras, y adicionalmente los consumidores pueden llegar a confundir el apoyo que estas empresas brindan a las comunidades con el concepto de comercio justo; el cual está muy lejos de la realidad. Aunque estas empresas apoyan a los artesanos y a su crecimiento económico, los márgenes que recibe el artesano por la venta de sus productos es relativamente bajo en comparación con lo que podría recibir utilizando el concepto de comercio justo en forma individual; estas empresas colocan un margen de utilidades sobre la artesanía superior al 60 % e incluso ganan hasta el 100 % de utilidades pero estas no son percibidas por la comunidad.

Estas empresas comercializan productos artesanales de diferentes comunidades colombianas, agrupando un portafolio de productos amplio donde manejan diseños, técnicas, materiales y líneas de producto; ya tienen una experiencia en comercialización y tienen una participación importante en el mercado.

La artesanía colombiana tiene gran aceptación por parte de sus compradores en el mundo, debido a la variedad de artículos, al dominio de materiales y técnicas únicos, y a que es portadora de una mezcla de elementos precolombinos, españoles, nativos y afroamericanos.

Los productos se comercializan a través de 58 subpartidas arancelarias, y gozan de preferencias arancelarias totales para el ingreso a los mercados de Estados Unidos, la Unión Europea, Venezuela y Ecuador.

El principal destino de las exportaciones de artesanías colombianas es Estados Unidos, país hacia el cual se dirigió 52.6%. En consumo de Artesanías, la Unión Europea constituye el mercado más importante del mundo; está valuado en € 10.8 billones y la demanda está creciendo, en el 2004 el crecimiento fue de 4.3 %. Alemania es el primer país consumidor e importador con 23.4% del consumo total (en especial de productos cerámicos) y 20.4% de las importaciones totales de la UE-25 en 2004. Luego sigue Reino Unido (16.4% del consumo total y 13.9% de las importaciones), Francia (14.2% del consumo y 11.6% de las importaciones) e Italia (12.1% del consumo y 9.2% de las importaciones).

Los países asiáticos son subcontratados para la producción en serie y masiva de artículos de regalo a bajo costo; las artesanías latinoamericanas como artículos de regalo y decorativos, se presentan como productos originales, diferenciados, únicos “hechos a mano”, lo que actualmente se ha convertido en una moda para la decoración del hogar europeo y se valora por su presencia artesanal.

La diferenciación, se constituye en el factor más influyente en el impulso de compra de los artículos artesanales y es medido en función de su poca disponibilidad o la concepción de que son únicos, llamados por eso “artículos hard-to-find”. La mayor parte de los objetos provenientes del mercado artesanal utilizan la creatividad como medio de desarrollo y hacen parte de la expresión natural de la necesidad y el deseo del hombre de mostrarse como ser individual.

En el momento de comprar, también se tiene en cuenta la conveniencia, es decir, la manera en que se acopla a los gustos del cliente y el grado de satisfacción que brinda a sus necesidades.

El hecho de que un artículo sea hecho a mano, constituye un incentivo para los consumidores únicamente si satisface sus exigencias en cuanto a calidad y precio, especialmente si se tiene en cuenta que la mayoría de los consumidores basan su argumento de compra en obtener un buen valor por su dinero. En caso contrario, será más probable que se incline por los artículos producidos en serie, que le ofrecen la calidad de la producción hecha con máquina, precios reducidos y un diseño que parece hecho a mano.

En cuanto a lo relacionado con el comercio justo podemos decir que es un mercado pequeño pero significativo, representando un 0.01% del comercio mundial. Las artesanías representan entre un 18 y un 60% del total de compras de algunos mercados de comercio justo dependiendo el país. A nivel mundial, las ventas por comercio justo totalizan US$400 millones cada año. En América del Norte, las ventas al por menor por comercio justo totalizaron US$35-40 millones en 1998. Los negocios de comercio justo retornan de 1/3 a un 1/4 de las ganancias a los productores en países en desarrollo.

En definitiva de manera generalizada podemos observar que la introducción del comercio justo trae grandes impactos positivos en lo económico, social y ambiental. Su potencial es de establecer circuitos económicos solidarios.

El comercio justo ataca los factores económicos de la pobreza de los pobladores rurales y urbanos, materializándose en el incremento del patrimonio colectivo. Hace posible la organización artesanal, no solo en lo referente a lo gremial, sino al sistema de proveeduría y distribución por lo cual se reduce al máximo la cadena de valor producción- transformación – distribución – consumo, lo que garantiza un ahorro económico, energético y la disminución del impacto ambiental.

Con la aparición del comercio justo, aparece también para el comprador, el rostro hasta ahora oculto, del artesano, por la cual el producto se humaniza, y se reconoce el beneficio reciproco entre productores – distribuidores – consumidores, haciendo una oferta más armónica.

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