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La cultura como brújula en tiempos de cambio

  • Foto del escritor: Silvana Navarro-Hoyos
    Silvana Navarro-Hoyos
  • 20 ago
  • 3 Min. de lectura

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En mayo de 2025, Seúl fue el epicentro de un diálogo global que reunió a más de 400 delegados y más de 100 oradores de 94 países. La 10ª Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura, organizada por la Federación Internacional de Consejos de Artes y Agencias Culturales (IFACCA), nos dejó una serie de mensajes urgentes y necesarios para el presente y futuro de las industrias creativas y culturales.


Derechos culturales en el centro

Uno de los consensos más importantes fue reconocer que la cultura no es un lujo ni un accesorio: es un derecho humano fundamental. El llamado fue claro: garantizar la participación de todas las personas en la vida cultural debe ser prioridad en las políticas públicas.


Diversidad cultural y lenguas en riesgo

Hoy existen alrededor de 7.000 lenguas en el mundo, y casi la mitad se encuentra en peligro de extinción. La pérdida de una lengua implica la desaparición de una visión del mundo, de un conjunto de saberes y de una identidad colectiva. Proteger las lenguas y la diversidad cultural es proteger nuestra memoria y nuestro futuro.


Tecnología y sostenibilidad

La tecnología fue otro de los grandes temas. La inteligencia artificial promete transformar la creación artística y los modelos de negocio, pero también plantea desafíos: sus centros de datos consumen 560.000 millones de litros de agua al año, y se estima que esta cifra podría duplicarse para 2030. Esto nos recuerda que la innovación tecnológica no es neutral, y debe ser gestionada desde la cultura para garantizar sostenibilidad y equidad.


Economía creativa con rostro humano

La cultura aporta de manera directa al crecimiento económico, pero reducirla solo a números es insuficiente. La OCDE ya reconoce que la cultura es también capital social, porque genera cohesión, confianza y resiliencia en las comunidades.

Se compartieron ejemplos inspiradores: en África, el apoyo a las industrias culturales ha impulsado nuevas editoriales y oportunidades para escritores jóvenes; mientras que en países como Noruega y Suecia existen contratos públicos que fijan salarios mínimos para artistas. Al mismo tiempo, se advirtió sobre la precariedad laboral de millones de trabajadores culturales en el mundo, atrapados en el llamado proyectariado.


Cultura como bien público global

Más de 90 países coincidieron en la necesidad de reconocer a la cultura como un bien público global, al nivel de la educación, la salud o el medioambiente. Esto supone diseñar políticas integrales que combinen inversión, sostenibilidad y justicia social. Incluso se discutió la posibilidad de una renta básica creativa, como un mecanismo para garantizar ingresos mínimos a los trabajadores culturales.


Crisis climática y papel de la cultura

En medio de la emergencia ambiental, la Cumbre insistió en que la cultura tiene un papel clave en la transición hacia sociedades sostenibles. Desde los saberes tradicionales hasta la creación contemporánea, la cultura ofrece herramientas para imaginar y construir futuros más justos y resilientes.


Una brújula para América Latina

La conclusión de la Cumbre fue clara: sin cultura no hay futuro sostenible. Para América Latina, este llamado implica fortalecer nuestras industrias creativas y culturales, proteger las lenguas originarias, impulsar la innovación con responsabilidad y, sobre todo, dignificar la vida de quienes sostienen la cultura en nuestros territorios.

La pregunta que nos queda es: ¿cómo vamos a garantizar que la cultura esté en el centro de nuestras agendas de desarrollo, y no en la periferia?


📖 Basado en el Informe de la 10ª Cumbre Mundial de las Artes y la Cultura, 2025.

 
 
 
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